FRUTAS Y FLORES EN GALAPAGOS

La mora y la guayaba son un deleite para el paladar, pero en las islas Galápagos son consideradas una plaga, por tratarse de especies introducidas que amenazan la supervivencia de las plantas endémicas vitales para el ecosistema del archipiélago.
Por ello, guardaparques de las islas luchan por erradicar los frutales con los cuales se elaboran deliciosos jugos y mermeladas, y al mismo tiempo sustituirlos con plantas autóctonas que perdieron terreno.
“La guayaba, la mora y la lantana (un arbusto floral) se volvieron una plaga y son las que más han ocupado el espacio en zonas agrícolas y áreas protegidas (de la reserva)”, expresó Marco Paz, botánico empírico a cargo de un vivero de unos 600 m² en Cerro Colorado, en el suroeste de la isla San Cristóbal.
Mientras riega cientos de plántulas que brotan de camas de fértil tierra negra, el guardaparques cuenta que muchas de las especies vegetales propias y nativas (que hay en Galápagos de forma natural y en otras partes del mundo) “están en peligro de extinción porque las introducidas no demoraron en ocupar grandes espacios”.
La provincia insular, declarada desde 1978 Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, tiene 127 islas, islotes y rocas con una superficie total de cerca de 8.000 km², de los cuales el 96% está protegido. El nivel global de endemismo es mayoritario, pero las 1.423 plantas identificadas incluyen un 61% de introducidas.
“Además de especies alimenticias, la gente trajo hace décadas plantas para jardines como lantana, sin tener idea de lo que iba a ocurrir aquí. Hay otros géneros que también terminaron siendo invasores, como la mora y la guayaba, que se reproducen de forma silvestre”, dijo Paz, sin dejar de mimar retoños de calandrinia galapagosa, de la que brota una vistosa flor.
Prestando atención a matas de escalesia, otra de las que están en riesgo y con la que se está reforestando en Galápagos, el cuidador explicó que las plantas introducidas se propagan más rápido que las autóctonas, que tienen procesos lentos para adaptarse en suelo firme.
“A los brotes de endémicas hay que darles tratamiento, sus semillas son sensibles y no germinan en la cantidad que uno quisiera”, señaló el vigía que recoge simientes durante sus salidas al campo. Agregó que el propósito es repoblar áreas de la reserva ecológica y a nivel de fincas para minimizar el impacto de las especies introducidas, que también afectan a la fauna, por la pérdida de vegetación que sirve de alimento.
Las plantas de café arábigo necesitan sombra y eso le brinda la escalesia, que es un arbusto propio, apuntó el guardaparques, en cuyo invernadero consiente a unas 25 especies como la opuntia, un tipo de cactus de gran tamaño.

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